Ella quería comprar un ataúd hermético. Totalmente
hermético, recalcaba. Consultó en unos cuantos lugares explicando que no
quería ser comida por gusanos. No quiero que entren al ataúd, indicaba. Quiero
que me aseguren al menos eso. Le mostraron entonces varios modelos y
sistemas de sellado para el féretro. Todo parecía ir bien hasta que un vendedor,
aparentemente más honesto, le comentó que eso no serviría de nada. Entran
igual, le dijo el vendedor. De alguna forma los gusanos se las arreglan
y entran de igual forma. Luego le dijo que servían más para aislar
filtraciones de agua, o para proteger el material para evitar su descomposición,
mayormente. Y le recomendó otros modelos. Ella no reaccionó en el momento, pero
se quedó pensando en el asunto. Tal vez tendría años para aclararlo -como le
decían todos-, pero casi no pudo dormir esa noche pensando en ello. Y es que
había algo que no lograba asimilar. Si son totalmente herméticos y entran
igual, se decía, algo hay que no funciona. Así, tras varios intentos
de ordenar sus ideas, buscar alternativas y llenar su mente de imágenes con
aquello que podía ocurrir, ella llegó de pronto a la más terrible de las
conclusiones: los gusanos ya estaban dentro. Desde siempre estaban dentro.
No es que entraran después por alguna filtración en el ataúd o porque de alguna
forma se habrían adherido pequeñas larvas. Si el ataúd es hermético y los
cuerpos han sido desinfectados quiere decir que los gusanos están en uno,
se decía. No veía otra opción. Tal vez cuando dejas de moverte algo les avisa
y les hace crecer, luego comen y se reproducen y ya todo está hecho. Pensó
entonces en sí misma. En el presente de sí misma, pensó. Con los gusanos contenidos
dentro, esperando. Ya pronto amanecería y ella sentía que no podía dormir luego
de descubrir aquello. No podía quedarse quieta, incluso, para que no crecieran
los gusanos. Finalmente, apretó los puños un momento y luego hizo los ejercicios de respiración que le habían enseñado. Inhaló y exhaló,
profundamente, varias veces. Después de unos minutos haciendo esto, comenzó, poco a poco,
a serenarse.
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