Hay 35 grados de temperatura y en la esquina, a
pleno sol, hay un tipo disfrazado de morsa haciendo malabarismo con pelotitas
blancas. Su disfraz lo cubre casi totalmente, e incluye largos colmillos que le
llegan hasta el pecho. Lleva también un bolso, a un costado, hecho con el mismo
material del disfraz, en el que guarda las pelotitas blancas y el dinero que
recibe, tras realizar sus presentaciones.
Realiza su show frente a los automovilistas,
mientras dura el rojo del semáforo, luego de lo cual se acerca a solicitar
donaciones. Tras acercarme hacia él -yo voy caminando, por la vereda-, me doy
cuenta que hace fuertes ruidos para agradecer las donaciones. Además, me
percato que las pelotitas blancas con las que realiza sus malabares no son realmente
pelotitas, sino huevos.
-¿Lo ayudo en algo? -me dice la morsa entonces,
tras verme a un costado, observándolo.
-No… -le contesto-. Solo pensaba en el calor que
debía tener bajo el disfraz… disculpe…
-De todas formas, todos tienen… -dice entonces la
morsa, mientras toma agua desde una botella que tiene a un costado de la calle.
Yo asiento. También llevo una botella con agua y
tomo de ella, antes de irme. Mientras me alejo, pienso en que podría pasar unos
huevos, antes de volver a casa, aunque no sé para qué.
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