Me di cuenta que era un sueño porque mientras
hablaba, tenía un cigarro encendido en mi mano, y el cigarro no se consumía. Lo
extraño es que, en medio del sueño, me hice consciente no porque no se
consumiese el cigarro, sino porque no fumo, simplemente, en mi estado de
vigilia. Entonces, aún en el sueño, decidí dejar de hablar, pues sentía que
hacerlo requería gran energía y me sentía agotado. No pude hacerlo de
inmediato, sin embargo, pues sentí que debía concluir lo que estaba diciendo, no
sé bien por qué.
Tampoco tengo muy claro de qué hablaba, pero sí que
llevaba largo rato haciéndolo y debía detenerme. Fue entonces que observé el cigarro
y me dije que ese no era yo. O que, si era yo, aquello era un sueño. Para
confirmarlo comencé a fijarme en los rostros de quienes escuchaban. Los veía
claramente. Creo que los incomodé al hacer eso, porque empezaron a murmurar
entre ellos. Este hueón sabe que está dormido, le escuché decir a uno.
Entonces dejé de hablar.
Muchas veces me ocurre que aquellos que aparecen en
mi sueño son cómplices de algo. O más bien, saben algo que yo no sé.
Generalmente ese algo parte con saber que estoy dormido, pero se extiende a
otros saberes que me da un poco de temor descubrir. De todas formas, siento
que, en el sueño, puedo mínimamente engañarlos. Tras ser consciente del sueño,
por supuesto. Seguirles hablando, por ejemplo. O estar atento a sus
movimientos, por si revelan algo. En esta oportunidad, por ejemplo, averigüe
algo.
Lo que averigüé tiene relación con un nombre. Y
también con algo que está bajo tierra. Vi el lugar exacto donde estaba, aunque no
sé todavía, dónde está ese lugar. De todas formas, estaré atento a descubrirlo.
Era algo pequeño, por cierto, lo que estaba bajo tierra. El nombre que recuerdo
también era breve. Me quemé con el cigarro, sin que se dieran cuenta, en el sueño,
para recordar lo sucedido. Mientras escribo, puedo observar la pequeña
quemadura, que desaparecerá poco antes de llegar al final.
Este es el final.
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