I.
Pasó un coreano por la casa. Yo creí que vendía
corbatas. Tocó el timbre y yo salí. Antes incluso de saludar me aclaró que era
coreano y no chino ni japonés. Lo dijo con una pronunciación extraña, que
comprendí al tercer intento. Luego me dijo que se llamaba Kim. Nombre de
hombre, no de mujer, me aclaró. Yo asentí. Kim,
coreano, nombre de hombre, le dije. Él aprobó mi comprensión. Entonces sacó
de un bolso unas cuantas corbatas, y me las enseñó.
II.
Pensé que las vendía, pero no lograba entender
precios ni qué decía. Pensé que si eran baratas le compraba una, aunque no me
gustaban mucho, en realidad. Entonces él me dijo que escogiera una. Luego la
tomó, se la puso al cuello y fue haciendo un nudo, tratando de indicarme paso a
paso como hacerlo. Nudo coreano, me
dijo. Ocho tapas. Supuse que eran
etapas porque luego fue numerando ocho movimientos hasta lograr el nudo. Luego
lo desarmó y me entregó la corbata. Ahora
tú, me dijo. Ocho tapas. Ir diciendo.
III.
Fallé varias veces con el nudo coreano. Pensé que
no tenía importancia, pero Kim insistía. Volvía a pedirme la corbata y repetía
los movimientos. Estaba serio todo el tiempo, pero al final, cuando terminaba y
ajustaba el nudo, sonreía, como si posara para una foto. Luego me devolvía la
corbata. Como a la quinta vez me resultó. Medio mal, pero funcionó, al menos.
Me la ajusté y lo miré. Ahora sonreír,
me dijo. Yo lo hice. Son seis mil, agregó.
IV.
Fui a buscar dinero y le pasé exacto. Tres billetes
de dos mil. Kim los miró con detenimiento y los guardó. Yo aún tenía la corbata
puesta. Entonces él guardó el dinero y me pidió la corbata, con un gesto. Yo
pensé que era para ponerla en una bolsa o mejorar el nudo, así que se la pasé.
Luego él la guardó en el bolso. Como me vio extrañado me aclaró de inmediato. Kim no vender corbata, me dijo. Tú comprar curso de nudo coreano. Yo
profesor, tú alumno. Tú pagar educación. Quise decir algo, pero al final
no se me ocurrió qué. Además uno se acostumbra a que la educación se paga. Tú buen alumno,
concluyó. Torpe, pero bueno. Luego
sonrió y se fue, mientras se volteaba para despedirse. Torpe, pero bueno, repitió.
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