I.
Le gustaba flotar en la piscina.
A veces pasaba horas, de hecho, flotando.
Lo hacía cuando estaba a solas.
Con otros habría llamado la atención y no era eso
lo que buscaba.
II.
La piscina no era muy grande, pero para flotar le
alcanzaba sin problemas.
A veces flotaba boca abajo, pensando que se
asemejaba a un muerto.
En otras ocasiones lo hacía de espaldas, hasta
sentir que era un objeto.
Esa última forma era su preferida. Mejor un
objeto que un muerto, decía.
III.
Cuando flota boca arriba lo hace con los ojos
abiertos.
No es consciente, sin embargo, que lo hace de esa
forma.
Y es que asume tanto su rol de objeto, que no fija
la vista en nada.
Como si dejase la vida colgando de una percha,
cuando flota.
IV.
Le hubiese gustado verse flotando, desde fuera.
Ese que flota ahí, soy yo, habría dicho.
Creía que era necesario una forma de hacer eso.
Llevarse puesto no debiera ser algo obligatorio,
pensaba.
V.
Cuando la piscina está vacía él se desespera.
Ha intentado otras fórmulas, pero siente que se
engaña.
Como un adulto satisfecho, tras abrocharle los
cordones a un niño.
Yo no quiero vivir esa mentira, se dice.
VI.
La mitad de nosotros nunca lo tomó en cuenta.
Yo, que lo vi flotar, sé que lo decía en serio.
No quiso llamar la atención, eso es seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario