“Quiero el bien, quiero el mal
y al final no quiero nada”
F. P.
I.
No sé bien porqué quiero todo aquello.
Ni qué ni a quién ni nada de eso que algunos llaman: metas por las cual
vivir.
A veces, por ejemplo, pienso que son otros, y que elijo alternativas
distintas.
Esta vez, sin embargo, las distintas opciones llevan a lo mismo, así
que intuyo, algo habrá de pasar.
II.
El bien y el mal no son, como se cree, dos opciones de camino.
Y es que no hay camino, finalmente, si es que observas bien.
Todo es permanecer.
Todo es permanecer.
Todo es permanecer.
Y como por un hechizo antiguo, adquieres de pronto la posibilidad de ser atendido por Alguien que sabe la verdad, sobre aquello que verdaderamente, está ocurriendo.
III.
Quiero el bien y quiero el mal, le dices entonces a ese Alguien.
Quiero vivir por algo que vaya más allá de este permanecer.
No se bien por qué quiero todo aquello, le dices.
Y lloras sin querer, y con querer y ya ni sabes, la diferencia que existe entre todas las cosas.
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