Una de las complicaciones de ser multimillonario es
que no puedes, así como así, deshacerte de todo tu dinero.
He estudiado la situación –para una de esas tantas
novelas que he abandonado al poco andar-, y me he sorprendido encontrando una
serie de trabas al momento de querer eliminar tu dinero.
Por ejemplo, todo el asunto de las donaciones –ya sea
por beneficios en impuesto o puro altruismo-, tiene un límite asociado al
patrimonio inicial del donante, fijando porcentajes específicos que varían de
un país a otro, pero que te impiden donar el 100% de tus posesiones.
Si se quiere intentar, de todos modos, es
recomendable la donación al estado, pero de todas formas los trámites deben ser
regulados por una serie de organismos que harían demorar el traspaso total del
patrimonio, en una estimación mínima de catorce años, y que no aseguran,
necesariamente el éxito de esta iniciativa.
Por otro lado, el querer traspasar a dinero real –billetes,
paras ser preciso-, la suma neta de las inversiones de un multimillonario
actual (para poder reglarla de mano en mano, digamos), es totalmente imposible,
debido a la cantidad de papel moneda en circulación y a una serie de
restricciones que impiden, más allá de cierta suma, realizar transacciones con
dinero en efectivo.
Incluso, de llegar a conseguir que gran parte de tu
dinero esté en billetes y quieras, por ejemplo, quemarlo, las distintas
policías de tu país pueden intervenir, ya que si bien en general no está
tipificado directamente como delito –aunque en doce países fuera de la OCDE
sí-, esta conducta se encuentra asociada a una serie de otras que sí pueden ser
consideradas como delito y deben, por lo tanto, ser intervenidas e
investigadas, según una serie de estrictas disposiciones que no resultan, en definitiva,
nada cómodas.
Por otro lado, si logras hacerlo a escondidas, de
todas formas existen disposiciones legales que pueden ir en tu contra, como la
teoría de fraude de ley, que apela al daño que se hace al estado por dejar de
percibir impuestos u otros beneficios, y que ya ha sido aplicada con éxito en
dos extraños casos en los últimos años (uno en Rusia y otro en China, ambos en
el 2014).
Ahora bien, dicho lo anterior –en donde se ha omitido
por cierto una serie de otras dificultades específicas que solo alargarían el
asunto-, no queda sino alegrarse por la pobreza o escasa riqueza monetaria
propia, ya que de cierta forma me entrega la libertad de entregar mi patrimonio
total simplemente vaciando mis bolsillos, O quemando la biblioteca, cosa que
por cierto me ha estado rondando, quién sabe por qué, en el último tiempo.
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