I.
Ella tiene cuatro años y me cuenta que tiene un
poder especial.
Estamos en 1997 y yo asisto de voluntario a un
lugar donde ella se queda, con su hermana.
Me toma de un brazo y me lleva lejos de las otras
niñas. Luego se acerca a un perro grande, que está durmiendo.
Mira mi poder,
me dice.
Entonces, se inclina donde duerme el perro y con
una mano le toca la cabeza, hasta que el perro se despierta, y se levanta.
¿Lo viste?,
pregunta.
Y claro, antes de poder contestar ella misma me
explica que puede despertar a los muertos.
Si están recién muertos yo puedo, me explica.
II.
Otro domingo la veo usar el poder con su hermana.
Por lo general la hermana duerme un poco más, y se
queda en la cama.
Entonces Malú –así se llama la que tiene el súper poder-,
me lleva hasta donde duerme su hermana.
Casi todos
los días la revivo, me dice.
Y es justo lo que hace ahora.
A veces la
dejo un poco, pero me da miedo quedar sola.
En los días
de semana estaría siempre sola.
III.
Stephanie –así se llama la hermana que carece del
súper poder- tiene dos años más que Malú.
Malú tiene cuatro y Stephanie seis.
Malú tiene el pelo negro y es crespa y Stephanie el
pelo más claro, mayormente liso.
¿Quieres
morir y te revivo?, me dice Malú, un domingo.
Yo acepto y me tiendo en el suelo, sobre el
cemento.
Entonces Malú pone una de sus manos sobre mi cabeza
y yo revivo.
Tú no sabes
que moriste de verdad, pero yo sí, me dice.
Deberías aprender
por si me pasa a mí.
IV.
Nunca comprobé si aprendí el súper poder.
Dejé de ver a Malú y a Stephanie de golpe, sin
decirles que no volvería.
Stephanie no esperaba nada de nadie, pero Malú
esperaba que yo estuviera ahí, para revivirla.
A veces, en la noche, sé que ella duerme en algún
lugar y extiendo una de mis manos, para revivirla a distancia.
Confío, sinceramente, que eso sirva para algo.
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