La rabia que nos mantiene vivos, dijo.
A eso debes darle gracias.
Que brote Dios como espuma en la boca.
Y las palabras como dientes se entierren en tu
carne.
A eso debes darle gracias.
No agradezcas la luz.
No agradezcas al amor que adormece la sangre.
Y es que llenar el espíritu, es siempre enterrar el
espíritu.
Ruega más bien por la noche, por la oscuridad y por
el frío.
Recuerda que el hambre es siempre la sensación más
pura.
A eso –y nada más-, debes darle gracias.
Huye del aliento que apaga el fuego.
No escuches a aquellos que hablan del perdón.
Clava en un madero tu esperanza.
Busca de esta forma las verdades que nadie quiere
ver:
Todo combustible existe para arder.
Y la piel del hombre para ser desgarrada.
Hunde tus manos en la tierra.
Pregúntale a ella si es cierto.
Y la voz de los muertos ascenderá hasta ti, como un
brote negro.
Nadie nunca saldrá de este lugar.
Nadie nunca vendrá por ti.
La rabia que nos mantiene vivos, dijo.
A eso debes darle gracias.
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