Desde pequeño, Juan se destapa cuando duerme, sin
razón alguna.
No parece algo importante, pero lo cierto es que
una serie de resfríos y otras complicaciones lo aquejaron desde pequeño a raíz
de esta conducta.
Es por esto que fueron tomando varias medidas hasta
terminar por hacerlo dormir en un saco para acampar, con amarras de seguridad.
Más grande, optó por climatizar el dormitorio, pero
lo cierto es que nunca superó su problema.
Años después, ya en pareja, debió dormir en camas
separadas, simplemente, para no incomodar a su esposa.
Hoy, cuando habla sobre el tema, lo aborda como una
anécdota sin mayor importancia, aunque lo cierto es que ha comenzado a asistir
a sesiones con un psiquiatra, para superar de una vez la situación.
El siquiatra lo deja hablar, en las sesiones, pero
no da luces de llegar a una solución.
Entre otras cosas, le pide a Juan que le hable de
los sueños y hasta le entrega una libreta para que los anote en ella.
Es así como Juan pasa dos semanas intentando anotar
sus sueños, al despertar, hasta que cae en cuenta que nunca sueña.
Lo único que hace, mientras duerme, es sacarse de
encima la ropa de cama que tiene encima, desde hace más de treinta años.
¡Qué decepción…!
Ni siquiera da para escribir una historia
interesante sobre él.
Olvidémonos, mejor, de Juan.
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