Ella hablaba con orgullo de su abuelo.
Decía que había sido un buen hombre.
Un doctor preocupado por los otros.
Que esterilizó gratis a las putas de su pueblo.
Yo pensaba en principio que bromeaba.
Pero la historia volvía a aparecer cada vez que ella bebía.
Y entonces hablaba de su abuelo y se veía alegre al recordarlo.
Y no me percaté que su alabanza iba de paso, en detrimento mío.
Ocurrió así que cuando el buen tiempo quedó atrás.
La historia del abuelo pasó a ser utilizada en mi contra.
Ya que mientras él esterilizó a las putas de su pueblo.
Yo vivía, según ella, sin hacer el bien de modo alguno.
Comenzó a molestarme así, la historia de su abuelo.
Y pensé en la forma de ensuciar su imagen.
Pero lo cierto es que todo a quien pregunté, lo admiraba.
Simplemente porque el viejo había esterilizado a las putas.
¡¿Qué es lo tan valioso de
esterilizar a las putas…?!
Le grité una noche, cuando exploté.
Y entonces ella se entristeció, pues además de no hacer el bien.
Era yo un ser incapaz, de comprender al prójimo.
Poco después de aquello, terminamos, según recuerdo.
No la volví a ver, pero supe que se fue a España.
Con el tiempo, conocí una puta y me contó que estaba embarazada.
No se veía muy alegre, pero al menos ya tenía un nombre para el niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario