En el sueño estamos bajo el agua.
No muy profundo.
El agua se ve limpia.
Transparente.
Inmóvil.
Estamos frente a frente.
Sumergidos.
Ambos aguantamos la respiración.
Entonces ella me intenta hablar.
Bajo el agua, por supuesto.
Mueve los labios.
Gesticula.
Rápidamente, gesticula.
Y es que parece, sin duda, ser algo importante.
Se desespera un poco.
Habla con énfasis.
Obviamente no se escucha.
Además, no tengo indicios claros sobre lo que está
diciendo.
Tampoco un contexto, dentro del sueño.
Solo veo burbujas.
Intento leerlas, en el sueño, pero solo son
burbujas.
Su expresión también es solo una expresión.
Una expresión, apenas, en medio de las burbujas.
Por momentos, incluso, dejo de ver su rostro debido
a las burbujas.
Pero no pongo en duda quién es.
De hecho, aunque no la viese en lo absoluto, estoy
seguro que sabría quién es.
Sin embargo, debo reconocer que no comprendo qué me
dice.
Ni siquiera sospecho qué puede ser aquello de lo
que me está hablando.
Además debemos salir a la superficie, en el sueño.
Y es que hasta en él resulta, que debemos respirar.
El problema es que de cierta forma sé que al salir
a la superficie no estaremos ya frente a frente.
Y es que saldremos, por decirlo así, a una
superficie distinta.
Ella lo sabe, también, en el sueño.
Por lo mismo, ambos nos agitamos, bajo el agua.
Por último, cuando no aguantamos más, ascendemos.
En una superficie distinta, por supuesto.
Yo incluso despierto, al mismo tiempo.
Eso es lo que me pasa.
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