Un poeta griego, tartamudo, se ha propuesto
declamar pese a su limitante, el texto de
La Ilíada, de forma íntegra.
Según me informo, es además el vocero de un colectivo
de tartamudos de la comunidad europea que viene luchando hace tiempo por una
serie de derechos ya que su limitante no es considerada –desde el ámbito legal,
al menos-, como algún tipo de discapacidad, aunque sin duda genere un gran
número de dificultades en quienes las padecen.
Se dice que este hombre ya lleva casi tres meses declamando
esta obra y que le quedan solo un par de rapsodias, que recita día a día en una
plaza de Atenas. Mientras, el público fiel que tiene –miembros de su mismo
colectivo mayormente-, se encuentran expectantes.
Ya han ido medios de radio y tv, y hasta fue
noticia por algunas semanas, permitiendo que muchos niños que visitaban el
lugar se entusiasmaran con fotos, mientras varios de sus padres escuchaban a
voceros del grupo –también tartamudos, por cierto-, intentando explicar sus
propuestas y solicitando finalmente una firma, que nadie negó.
Al día de hoy, el hombre ha avanzado hasta cerca del verso quince mil,
por lo que se espera pueda terminar en un par de días –o poco más-, su gran
declamación.
De vez en cuando, cuando he recordado la historia, suelo asociarla con
un par de ideas llamativas que por lo demás olvido.
Por lo mismo, este no debiese haber sido el final, para este texto.
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