En el colegio les piden cuerda para aprender a hacer nudos.
Cada uno con sus nombres y formas de realizar.
A veces, en esas clases, los chicos aprietan tanto los nudos que luego
no se pueden deshacer.
Por lo mismo, se llena la basura, esos días, con trozos de cuerda
anudada.
Así, acumulada la basura, las ratas roen las cuerdas y hasta se comen
los nudos, sin más.
Un vagabundo intenta comer entonces una de esas ratas y se encuentra un
nudo intacto.
Lo guarda en una caja de fósforos como una importante señal.
Con el tiempo cuenta su hallazgo a otros y ellos lo toman por santo.
La voz se corre y pronto es el centro de una nueva religión.
Sus seguidores hacen figuras con cuerdas y anuncian la llegada de un nuevo
mesías.
Un mesías sin padre, que viene a atar y desatar el corazón de cada
hombre.
Eso dice al menos el folleto que comienzan a entregar.
Tal vez imprimen demasiados pues varios quedan abandonados por las
calles.
En el folleto puede apreciarse la imagen de una caja de fósforos con un
nudo dentro.
Una reproducción, digamos, de lo que ocurrió en realidad.
Todo en la ciudad, sin embargo, apenas cambia.
En el colegio, por ejemplo, a los niños les piden cuerda para aprender
a hacer nudos.
Dicen que hay más ratas, cada año, en la ciudad.
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