Antes del amanecer siempre hay un grito.
O se oye un grito, más bien.
Lo he escuchado en los distintos lugares en que he
vivido y nunca le he dado mayor importancia.
De hecho, solo recuerdo un par de oportunidades en
que he planteado esta situación a alguna otra persona, ninguna de las cuales,
por cierto, tomó mi información como algo serio.
No es siempre el mismo grito, aunque la mayoría de
las veces se trata de uno bastante agudo, aparentemente el de una chica.
Estos últimos días, sin embargo, he puesto mayor
atención a esos gritos y he descubierto que parecen decir una misma frase.
No logro comprender la frase, pero estoy seguro que
lo haré en estos días.
Tampoco sé qué descubriré, de todas formas, cuando
lo haga.
Mis expectativas son altas, ya que incluso he
conseguido un equipo para grabarlo y poder trabajar con mayor precisión.
Con todo, no espero escuchar los futuros números
del loto, o una frase reveladora que vaya a cambiar mayormente mi suerte. Lo
que me interesa más bien es saber cuál es el llamado y si tiene relación con el
nacimiento de cada día.
Una vida más plena, después de todo, supongo que construye
de esa forma, recogiendo en los otros, pequeños fragmentos que aporten con nuestro
propio sentido.
En este momento espero, por cierto, poder llegar a
comprender esos fragmentos.
Y claro, como no es simple cosa de oído, trato más
bien de estar dispuesto.
Eso es, por cierto, lo que hago ahora.
Y es que antes del amanecer, como les decía en un
inicio, siempre se oye un grito.
Ahora voy hacia él, finalmente, y los invitó a
hacerlo, si se animan.
Eso quería contarles, nada más.
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