Conozco a alguien que colecciona piezas legos.
No set completos o figuras, sino piezas sueltas.
Todas piezas distintas, digamos.
Principalmente distintas por su forma, en primer
término.
Aunque también -si comparten la forma-, estas
piezas van variando en su color.
Asimismo estas piezas –o bloques, como esta persona
prefiere llamarlas-, están dispuestas en muebles que se encuentran en distintas
partes de su casa.
Cada una de las piezas, además, tiene un nombre al
lado, una fecha y una serie de especificaciones referidas principalmente a su
primera edición.
Debido a esto, poco espacio queda en esta casa para
cualquier otro tipo de objetos, salvo aquellos imperiosamente necesarios y
funcionales (lámparas, ceniceros y otros de ese tipo).
Otra de las reglas de su colección es no juntar, bajo
ningún motivo, alguna pieza con otra.
Es decir, ninguna de esas piezas –o bloques-,
pasará a formar parte de una figura u objeto al unirse con otra.
Así me lo recalcan, al menos, mientras me enseñan
parte de la colección.
Y claro, mientras observo esta colección –no lo he
dicho hasta ahora, pero se trata de miles de piezas-, me embarga una sensación
extraña.
Como si todos esos bloques así dispuestos, tuviesen
una especie de significado mayor, o fueran parte de un lenguaje secreto, cuyo
funcionamiento desconozco.
Me gustaría, sin embargo, señalar alguna hipótesis sobre
dicho significado.
Pero lo cierto es que no sé qué significa.
De hecho, tras verlas, no sé siquiera si conozco realmente
a aquella persona que colecciona estas piezas.
Y hasta yo mismo me percibo, mientras las veo, prácticamente
como un extraño.
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