“El misterio (el de la identidad)
no se puede sustituir por una palabra,
ya que esto da como resultado
la creación de otro misterio”
Todo se ha dicho diez veces.
Bien lo saben todos, pero más la mujer que tuvo trillizos.
No porque lo haya dicho más, sino porque perdió el miedo a quedar sola.
Yo le pregunté su técnica y ella me dijo que era sencillo.
Que en vez de tres te haces la idea de que solo tienes uno.
Y hablas mirando siempre al trillizo del medio.
Poco importa el nombre, por si acaso.
Así no hay miedo, me dijo. No sé si sabes.
No sé si sabes que esto ya se ha
dicho.
Yo entonces la miré y le dije que sí.
Todo se ha dicho cien veces,
le dije.
Acto seguido ella continuó con las ventajas.
Si se muere uno no sufres,
siguió.
No sufres o al menos sufres
menos.
Por otro lado, si ya te
acostumbraste
paras a los dos restantes en un
pasillo
y simplemente pones un espejo por uno de los costados
y tienes a los trillizos
fácilmente, de regreso.
¿De eso se trata?, le
pregunté entonces.
¿De eso es simplemente de lo que
de lo que se trata?
Ella asintió, en silencio.
Todo se ha dicho mil veces, dijo
entonces, algo trsite.
Todo se ha dicho diez mil veces,
complementé.
Ambos lo lamentamos brevemente.
Luego yo conté seis veces del uno al diez.
¿Si quieres intentamos tener
trillizos?, pregunté entonces.
Ella se quedó de pie.
Luego en silencio, se quitó la falda.
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