-Ella se enojó porque en vez de un interruptor de
luz, puse un accionador de timbres…
-¿Qué es eso?
-Unos interruptores iguales a los de encender la
luz, pero que permiten hacer sonar un timbre…
-¿Y sonaba en vez de encender la luz?
-No, no es eso… El problema era que el interruptor
de timbre tiene una especie de resorte y no puede quedar encendido de forma
fija… Así que cada vez que uno quería encender la luz, esta solo se prendía
brevemente, mientras uno hacía presión con el dedo.
-Y entonces ella se enojó.
-Sí, pero no al tiro… De hecho nos dio ataque de risa
como por dos días, y durante la primera semana, nos parecía chistoso…
-Y después de esa semana fue que se enojó.
-No… no tan rápido… o sea, de a poco se puso más
seria… luego empezó a apurarme para que lo cambiara… y como no lo hacía, como a
los tres meses, ahí se enojó…
-¿Y por qué no lo cambiaste en ese tiempo?
-Porque a mí me producía alegría… o sea, puede ser
raro, pero cada vez que apretaba el interruptor y la luz se encendía y se
apagaba, yo la recordaba riendo, y disfrutando ese momento…
-¿Y se lo intentaste explicar?
-Sí… más o menos… pero el problema era que estaba
muy molesta, y sinceramente ya no me interesaba cambiarlo… así que siempre
posponía el asunto.
-¿Y qué hizo ella, entonces?
-Se molestó más. Incluso dejó de hablarme por unos
días… Luego se fue donde su mamá.
-¿Y ya regresó?
-No… Dice que no va a volver hasta que cambie el
interruptor ese…
-¿Y lo vas a cambiar?
-Sinceramente no lo sé… o al menos no todavía… prefiero
esa alegría, sabes… de cierta forma es más pura… no sé si me explico.
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