I.
-Si hubiese gente que viviese en la cara oculta de
la luna –dijo R.-, ellos no serían capaces de ver la Tierra... y pensarían que
no existe.
-Pero no hay –dijo N.
-No po… -admitió R.-. No hay.
II.
-Los pitagóricos creían algo parecido –siguió R.
-¿Qué cosa? –preguntó N.
-Que existía una especie de segunda Tierra… Creo que
la llamaban Antichthon… El punto es que este sería una especia de planeta
gemelo, pero invisible a los griegos en ese entonces… porque supuestamente su
movimiento lo haría permanecer siempre oculto a la cara de la Tierra donde se
encontraba Grecia… Igual que lo que ocurriría con la gente de la cara oculta de
la luna, con nuestro planeta…
-Igual que lo que ocurriría con esa gente que no
existe –corrigió N.
-Exacto… -admitió R.-. Lo que ocurriría con esa
gente que no existe.
III.
-Mi teoría con las personas es parecida -agregó
entonces R.-.
-Ya –dijo N.
-Me refiero a que cada uno de nosotros debe tener
una especie de Antichton… Un alguien cuya existencia es imposible de comprobar,
por su rotación, ya sabes… por existir siempre a tus espaldas… como si nosotros
viviésemos en el lado oculto de la luna y hubiese otro que fuese como la Tierra
y…
-Pero no vivimos en el lado oculto de la luna –interrumpió
N.
-No po… -admitió R.-. No lo hacemos.
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