Como soy profe y las chicas no sueltan el poder por
estos días, han revisado las lecturas domiciliarias que he dado mientras tenía
una pistola al cuello. Tras comprobar que incluso había mayoría de autoras
entre las lecturas todo se apacigua, de momento, aunque no me fío.
Ya en casa reviso la biblioteca y me fijo que mi
mayor cariño también es por ellas, más allá de los periodos en que
prácticamente no se les dejaba escribir, pues no tengo en esos casos mucho espacio
a elección.
No tengo tiempo para ahondar en esto, aunque
supongo que alguna vez lo he hecho, enamorándome a mi manera por algunas o al
menos sintiendo un afecto especial por la mayoría de ellas.
Hoy lo recordaba cuando las chicas me hicieron
nombrar las diez autoras que considerara más valiosas y no pude con solo diez y
hasta me sentí mal de olvidarme de algunas que se enojaron conmigo mientras
volvía a casa.
-Clarice Lispector, Flannery O´Connor, Emily
Dickinson, Banana Yoshimoto, Carson Mc Cullers, Violeta Parra, Patricia
Highsmith, Virginia Woolf, Amelie Nothomb, Yoko Ogawa, Doris Lessing, Irene
Nemirovsky, Dorothy Parker, Alice Munro…
-Ya profe. Pare. Se puede ir… -me dijeron.
Y yo me fui, por supuesto, aunque seguí agregando
algunos nombres intentando no pensar en posiciones, porque así como el valor
trasciende los géneros, trasciende también los números, y entendí por un
momento que tal vez la poligamia, desde el corazón, era posible. Y hasta volví
a creer un poco, mientras viajaba apretado en el metro, en la posibilidad del amor
de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario