1. No se escribe para retener las cosas. Las cosas
pasan por nosotros y ya está. No hay nada que pueda hacerse contra ello.
2. Al conjunto de cosas (hechos, sensaciones, etc.),
que pasan por nosotros, lo llamamos vida.
3. Definida de esa forma, lo que cuento a
continuación no forma parte de mi vida. Sin embargo, tampoco está fuera ni es
parte de un sueño.
4. De todas formas, ya que no me detendré en este
punto, pueden tomarlo como un sueño, y ya está.
Pintar las paredes del cielo.
Variable 1:
De eso se trata el infierno. De pintar las paredes
del cielo. Todo tiene que quedar blanco. Perfecto. Tú pintas y no ves a nadie.
Solo sabes qué debes hacer y lo haces. Entonces, mientras pintas, piensas que
eso del cielo es, en parte al menos, un engaño. Por todo eso de las paredes, claro
está. Nada de infinito, aquí hay paredes. Blancas para que parezca el infinito.
Ese es el primer engaño. El segundo en cambio es más bien una duda: ¿Por qué hay
que darle tantas manos a las paredes esas? ¿Habría algún otro color debajo…? ¿Alguna
mancha…? Porque la parte del castigo es esa. No puedes terminar hasta que todo
esté de un blanco perfecto. Eso lo sabes aunque nadie te lo diga.
Variable 2:
De eso no se trata el infierno. No simplemente de
pintar, me refiero. No de dejar todo blanco. El infierno se trata más bien de
no poder ver el blanco. Pintar y volver a pintar sin darse cuenta que las paredes
ya eran de un blanco sin mácula. Así, cuando terminas y logras ver todo
perfecto, ya has pagado tus culpas y salido del infierno. Aunque claro, debe
ser algo difícil de lograr. De eso debe tratarse el infierno. De salir del
infierno, sin más. Las paredes son el decorado, la herramienta de trabajo,
digamos. Eso lo intuyes aunque nadie te lo diga.
**Notas del autor:
1. Nada de esto arroja conclusiones. No las busque
o perderá su tiempo.
2. (Complementaria a la primera consideración) No sé, con total certeza, para qué se escribe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario