“Hablar por hablar
es la única liberación”
Novalis
¿Ya te dije que fuimos al circo…? Un circo penca
eso sí… Apenas como tres carros y una carpa desteñida. Llegaron el martes. Se
estacionaron en el peladero, al lado de la verdulería de don Manuel. Con la
Maite pensamos que faltaban artistas por llegar, o hasta animales, pero al
final eso era todo. Armaron la carpa en la tarde y regalaron entradas para
niños. Lo típico, de esas que piden ir acompañados de sus padres. Lo peor es
que se las regalaban a los niños y ellos pedían hasta cansarte. Por eso fui con
la Maite. Rodrigo andaba en Concepción y la Maca no aparece desde el viernes,
así que la Maite me insistía a mí. Y entre tantos vamos tía y vamos tía terminamos
yendo. Al matiné, más encima. Justo después de almuerzo. Debemos haber sido
unas quince personas. Diez niños y cinco adultos, al ojo. Tal vez hasta menos...
¡Era tan malo el circo…! Yo conté como seis artistas. Uno de ellos animaba,
además. Había dos mujeres gordas y una más o menos bonita, pero que no tenían mucha
gracia. Hicieron un número con telas, otro con aros y un poco de malabarismo.
No es que lo hicieran tan mal, pero se veía penoso… Con los hombres era peor
porque hacían de todo. Eran payasos, malabaristas y hasta trapecistas, que era
el número final. Lo más raro fue que aquello le hizo gracia a la Maite. El payaso es el trapecista, decía. El payaso es el malabarista… Y claro,
pensado así uno podía decirse que para ser payaso no lo hacía tan mal, como
trapecista. Aunque claro, el problema era pensar qué eran realmente esos tipos.
Qué eran en primera instancia, me refiero. Cómo sea…. Lo importante es que la
Maite lo pasó bien y dejó de preguntar por la Maca, al menos ese día. Sacamos
fotos con el celular y al final le compré un algodón de azúcar que era lo único
que vendían. El payaso también es
cocinero, dijo la Maite, cuando lo compramos… Al tipo le hizo gracia y nos
dio dos. De hecho, cuando Rodrigo habló con la Maite, en la noche, eso fue lo
que ella le contó… Había un payaso que
sabía hacer de todo, le dijo. Eso la tenía encantada. Tanto que pensamos en
ir de nuevo, al otro día, pero resultó que el circo ya se estaba guardando.
Pensé que la Maite iba a comentar que el payaso también era el que guardaba
todo, pero parece que no lo reconoció. Después se fueron... A todo esto, yo me
quedo con ella hasta el sábado y luego me regreso a Santiago. Te lo digo por si
sabes algo de la Maca o hablas con ella, para que le digas... La Maite igual la
echa de menos y yo me tengo que ir. Además, ya sabes… no soy su mamá.
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