Cuando está fuera de casa ella acostumbra dejar las
luces encendidas.
Cuando está en casa, sin embargo, suele estar con
las luces apagadas.
Fue a raíz de esta conducta que alguien le dijo que
su casa parecía más viva cuando ella estaba fuera.
Fue a modo de broma, en una reunión de amigos, pero
ella pareció sentirse mal y se fue del lugar, sin despedirse de nadie.
Cuando llegó a casa, poco después, observó desde
fuera y estimó que la observación tenía algo de certeza.
Después de todo, las luces de la cocina y del patio
estaban encendidas y justo mientras se acercaba los regadores automáticos comenzaron
a funcionar.
Tal vez sea
cierto, se dijo, esta casa está más
viva cuando no estoy en ella.
Se acercó con cuidado.
Se limpió los pies al entrar y observó el interior.
Mientras lo hacía, hizo algunas observaciones:
Cocinaré algo
y ensuciaré cosas.
Me daré una
ducha y dejaré a un lado la ropa usada.
Me meteré en
la cama y apagaré las luces.
Un par de horas después, por cierto, había hecho
exactamente lo que había dicho.
Ya en la cama, leyó los mensajes en el celular.
Una compañera de trabajo le preguntaba por qué se
fue de esa forma de la reunión.
Por otro lado, quien le había dicho la frase sobre
su casa, se disculpaba con ella si es que eso la había molestado.
No tenía más mensajes.
Apagó entonces el celular y se quedó en silencio, a
oscuras.
Extrañamente le hubiese gustado llorar, pero no
estaba triste.
Nunca estaba triste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario