Llegué tarde, es cierto, pero no es mi culpa. De
hecho venía con tiempo de sobra, pero me detuvieron dos policías. Control de identidad,
me dijeron y yo accedí. Todo bien hasta ahí, pero entonces me di cuenta que no
llevaba identificación alguna. Les indiqué que vivía a dos cuadras +, pero no
quisieron acompañarme a casa. En cambio, llamaron una patrulla que contaba con
una máquina para el registro de huellas. Para entonces todavía estaba
tranquilo, porque pensé que podía llegar. El problema fue que la máquina no
reconoció mis huellas. Probé con todos mis dedos. Varias veces. Fue entonces
que me detuvieron y me llevaron a la comisaría. Di mis datos para comprobación
de domicilio y también intenté llamarte. Con los nervios, sin embargo, mezclé
mi dirección con tu teléfono. Me contestaron en una peluquería y el policía que
fue a comprobar domicilio llegó a una casa donde vivía una familia que obviamente
negó que me conocieran. Intenté explicar, pero creyeron que bromeaba. Buscaron
por mi rut e intentaron con otras máquinas el asunto ese de las huellas. En los
datos que encontraron había un número de teléfono y llamaron. Era la casa de
mis padres. A la tercera llamada contestó mi padre, que se llama igual que yo y
cuando preguntaron contestó que era él, sin siquiera fijarse en el segundo
apellido, y confirmó que no vivía nadie más ahí con ese nombre. Debieron
procesarme. Ingresaron mi nombre como dato provisorio y noté que abrían un
expediente. Dormí en la comisaría y tuve una pelea con un tipo que robaba en
supermercados. Perdí la pelea. Tuve que ir a constatar lesiones en la mañana
por lo que me procesaron recién al otro día. Me dieron un número en vez de mi
nombre y me llevaron ante un juez. Al parecer, mis huellas eran similares a las
de un tipo que estaba prófugo por fraude y usurpación de identidad. Me
condenaron a seis meses de cárcel efectiva. Tenía derecho a una llamada semanal
y a notificar a alguien, pero nos comunicaba una operadora que decía mi nuevo
nombre y nunca me contestaban. Lo llama B. H., desde la cárcel, deben haber
dicho. A ti también, de hecho, deben haberte llamado. Durante ese tiempo además
hice amigos y enemigos. En realidad un amigo y decenas de enemigos. Cuando
faltaba una semana para salir tuve una riña con mi amigo y alargaron mi
sentencia. Durante ese tiempo, además, llegaron dos nuevas denuncias a mi nuevo
nombre y todo se complicó más. En total fueron tres años y dos meses. No sé si
también llevabas la cuenta. Me trasladaron además a una cárcel en Concepción,
nunca supe bien por qué. Entonces salí y fue cuando di contigo en el teléfono
de la casa de tus padres. Tú pensaste que bromeaba y te reíste y ni siquiera me
dijiste dónde estabas Trabajé unas semanas y me fui a Santiago. Allá te busqué.
Tus padres me dijeron que habías viajado por una beca a Francia, pero no les
creí y rondaba por ahí cada tarde. Me denunciaron. O sea, con mi nombre perdido,
me denunciaron. Mi familia no me creyó del todo la historia, pero poco
importaba. Intenté recuperar mi identidad. Costó otro par de meses, pero lo
logré, omitiendo sobre todo lo de la otra identidad y la estadía en la cárcel. Fui
con mi antiguo carnet y esta vez, extrañamente, calzaron mis huellas. Eso fue
hace apenas dos meses. Entonces supe que de verdad estabas en Francia y que
volvías pronto. La Cata, tu prima, me dijo que eras otra. Yo también soy otro,
recuerdo que le dije. O sea, fui otro y luego volví a ser quien era, pero en el
fondo soy otro. El mismo primero, pero otro. Ella se rio y hasta coqueteó
conmigo. Me dijo que era chistoso y no tan feo. Me quedé en su casa esa noche y
como se parece a ti y yo te extrañaba tuvimos sexo. De todas formas fue solo
una noche. Toda la noche eso sí, pero solo una. Si ella te dijo otra cosa no
debe ser cierto, aunque no sé, realmente, si has hablado con ella. Ahora vine
hasta acá porque quería verte, aunque me dicen que viajaste de urgencia para
Iquique. Sabía de la hora, pero calculé mal. No fue mi culpa de todas formas.
Lo que pasa es que el despertador es nuevo y creo que falló la alarma. Voy a
tratar de decidir qué hago. Si voy a Iquique o si te espero a acá. Me dijeron
que vas por dos semanas, solamente así que tal vez sea mejor que espere. Te
dejo esta carta por si no nos vemos de inmediato. La Cata me habló de que te ibas
a casar y hasta me dio a entender que estabas embarazada, pero supongo que
bromeaba. Se le notaba en la voz, que bromeaba. Quiero pensar que este tiempo
separados nos haya hecho bien, de alguna forma. Nunca dejé de pensar en ti.
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