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Martina tiene un cuaderno para autógrafos. Se lo
trajo una tía que vive en Nueva York y que las visitó hace un par de meses.
Desde ese entonces es que Martina tiene un cuaderno para autógrafos. Pero el
cuaderno está vacío.
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La tía de Nueva York le dijo a Martina que los
autógrafos son las firmas de gente importante. Actores famosos, deportistas destacados
o gente de televisión. Martina desde entonces ha comenzado a investigar que
gente podría firmar su cuaderno y ha memorizado sus caras. Cuando sale con su
mamá anda siempre con el cuaderno para ver si encuentra a alguno.
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Con su mamá, Martina sale varios días por semana.
Casi siempre es a comprar, luego de salir de la escuela. Su mamá la retira y casi
siempre pasan al supermercado que está en la calle grande. Martina busca
famosos entre la gente, pero no encuentra ninguno. Siempre anda con su cuaderno
en la mochila. El hombre que pesa las frutas se parece mucho a un actor de la
tele, pero su mamá le dijo que no era. Por eso el cuaderno sigue en blanco.
*¨
El tío Carlos que además es su vecino tiene medallas
en su casa. Marina investigó y es porque de joven corría su universidad. Tiene dos medallas de bronce y una de plata y
un trofeo pequeñito. Por un tiempo Martina pensó en pedirle a él un autógrafo
pero desde que lo vio besarse a escondidas con su mamá ya no quiere hacerlo.
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Un domingo en la noche Martina se pone a llorar.
Entonces le explica a su madre que los famosos no existen. O se esconde o no
existen. Y llora por eso y porque su cuaderno sigue nuevo. Tiene 184 espacios
para firmas, pero sigue en blanco. Además llora porque nadie que conozca es lo
suficientemente importante y tiene miedo de nunca conocer a nadie así. De
envejecer y nunca conocer a nadie así. De morirse como la abuelita Luisa y
nunca conocer a nadie así.
*
Para el cumpleaños de su mamá Martina le preparó un
tarjeta y le hizo un dibujo y le preparó un desayuno. El té estaba frío y botó
mermelada pero su mamá no se enojó. Entonces su mamá le prometió que irían pronto a un
barrio a buscar famosos y la abrazó muy fuerte. Entonces Martina se sintió
más grande, como si ella hubiese sido la del año más, y le dijo a su mama que eso no
importaba. Y se alegró incluso porque sintió que era verdad. En su corazón sintió que era verdad. Por eso, sacó el lápiz que venía con el cuaderno y le pidió a su mamá que
lo firmara. Luego, al lado, ella misma hizo una firma que quedó chistosa.
Finalmente, guardó el cuaderno en un lugar secreto, como un tesoro.
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