-Fui una vez a una fábrica de chocolate y todo me
pareció una mierda –me dijo-. Era una fábrica grande, donde prácticamente no
había contacto con el producto final y todo lo que veías eran máquinas, sacos
con polvos y bidones con grasas que iban de un
lugar a otro… todo sin ninguna gracia…
-¿No había Umpa Lumpas?
-Ninguno –continuó-, eran como veinte trabajadores,
la mitad de los cuales acarreaba cosas y los otros operaban unas máquinas… la
mayoría vestidos con una especie de cotona que llegaba hasta el suelo… no
recuerdo ni siquiera que alguno me haya saludado… solo parecían molestos con el
trabajo…
-Casi toda la gente está molesta con su trabajo.
-Sí, puede ser… pero al menos yo esperaba algo
distinto en ese lugar… era una fábrica de chocolate, después de todo… y yo
había sido invitado por uno de los dueños…
-¿Te había salido un cupón dorado?
-No, hueón… -dijo algo molesto-. Pasó que querían
que ayudara en una campaña publicitaria y creyeron que era una buena idea
recorrer la fábrica… Creo que hasta estaban orgullosos de cómo funcionaba…
ninguna máquina detenida, recuerdo que me decían… todo aquí funciona bien…
-¿Y al final hiciste la campaña?
-Sí, junto a un equipo eso sí… no salió tan mal,
pero al final supongo que salí perdiendo… después de todo no volví a disfrutar
el chocolate desde entonces…
-Lo lamento.
-Sí… igual no es tan grave… ¿tú nunca has ido a una
fábrica de chocolate? –preguntó.
-No –le dije-. Pero soy profe.
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