“Él estaba muerto, yo casi”.
I.
-¿Le echo un poco de whisky a su café?
-Sí, gracias… pero no tan poco.
-¿Cuánto más o menos?
-No sé, como tres o cuatro dedos...
-De acuerdo.
-Ah… y de paso, si todavía no lo armas, no le
pongas el café…
-¿Y lo quiere con hielo?
-No, gracias… seco está bien. Ya veremos el segundo…
II.
-Ella alegaba todo el tiempo que yo no sabía escuchar…
y sí, puede que sea cierto… no me interesaba escuchar… ¿pero sabes? Eso es solo
porque la gente habla lento… como por los lados… sin llegar nunca a lo esencial,
a lo importante… ¿a ti no te pasa lo mismo?
-No. A mí me gusta escuchar. O sea…
-Lo que pasa es que a mí me gusta ver… Yo veo y sé,
digamos… pero escuchar es mucho tiempo… te pierdes demasiadas cosas… uno puede
perder la vida escuchando, sabes… en cambio a veces ver basta, y se pierde
menos vida…
-Sí, puede ser…
-No solo puede ser… ES. Dilo así, sin lugar a dudas…
-Sí, creo que tienes razón.
-Claro que sí… ella no lo entendió, pero tú puedes
entenderlo, ¿no?…
-Sí, tal vez…
-Eres simpático, sabes… me recuerdas a un ex
compañero de colegio… ¿cuál era tu nombre…?
-Roger.
-Pues mira Robert, esto de la vida…
-Roger, disculpa…
-¿Cómo?
-Que mi nombre es Roger.
-Robert, eso dije.
-No: Roger… como Roger Federer.
-¿Y quién mierda es Robert Federer…?
III.
-¡Garzón…!
-Diga.
-Me puede traer otro café, como el de recién…
-Pero es que el anterior…
-No discuta. Otro como el de hace un rato.
-De acuerdo... ¿Algo más?
-Sí. Esta vez tráigalo con hielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario