No sé a ti, pero a todos los hombres les pasa.
Casi siempre cuando ven Rocky o alguna película de
esas.
Me refiero a hacer un par de abdominales o lanzar
algunos golpes.
Golpes al aire, por supuesto.
Casi siempre después de las escenas de
entrenamiento o la pelea final.
Golpes al aire.
Hasta que te cansas un poco.
Luego vas frente al espejo.
Minutos después se pasa.
Es una ecuación sencilla, digamos.
Casi siempre ocurre.
Y claro… esos golpes lanzas cuando ves Rocky, pero
la ecuación sirve también para otros momentos.
Otros golpes al aire, digamos.
Cuando alguna vez te motivas en el trabajo, o
piensas en la importancia de la familia o hasta te acuerdas del amor.
Golpes al aire, igual.
A veces botas alguna lágrima.
A veces piensas que vas a cambiar.
Que los golpes van a llegar a algún sitio.
Todo eso te inventas.
Como si fuese posible derribar a alguien con todo
eso.
Como si buscases derribar afuera aquello que está
dentro tuyo.
Por suerte, en todo caso, eso también se pasa a los
pocos minutos.
Y es que te cansas.
Después de ese ajetreo te cansas.
Y es que para eso sirven los golpes al aire, a fin
de cuentas.
Y claro… para eso sirve el aire.
Para que nadie pierda por KO.
Para que perdamos por puntos.
Y es que mira...
Ahí va Stallone de nuevo.
Ahora comienza la música.
Luego se vienen los golpes al aire.
Siempre es así, no lo niegues.
Demuéstrame en cambio,
si quieres,
que estoy equivocado.
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