A veces me ocurre.
Mirar la ropa tendida y no saber si te pertenece.
O no recordarlo, más bien.
A veces desde la cama, por la ventana, mientras les llega el sol.
Como un personaje de Beckett, pero sin angustia.
Y es que afortunadamente es solo la ropa.
Me refiero a que no dudas mucho de otras cosas.
O sea… en el fondo sí, tal vez… pero no como con las ropas.
No de esa forma, me refiero.
Es decir, te preguntas por la camisa ahí tendida, es cierto.
Y por la polera esa y hasta los calcetines.
Pero no dejas, así, que la duda llegue hasta ti mismo.
O hasta tu vida o cómo se desarrolla.
Y es que hay que reconocerlo…
Se trata de una buena defensa, al menos.
Inconsciente y todo, pero es un mecanismo que funciona.
Además siempre te ayuda la lógica.
Te socorre y te dice que sí… que es tu ropa…
Que no puede ser de nadie más si está ahí, puesta al sol.
Y es lógico, te dices.
Esa ropa es mía.
Debe de serlo, te dices.
Pero claro, aun así, no sabes totalmente a quién le pertenece.
Quién es esa persona a la cuál le pertenece, me refiero.
Parece una exageración, pero en el fondo sabes que es así.
Sabes que ocurren esas cosas.
No todos los días, por supuesto, pero ocurren.
Como a los personajes de Becket, por ejemplo.
Como a ellos, pero sin angustia.
O con otro tipo de angustia.
Vaya uno a saber.
Saludos...
ResponderEliminar