Ocurre en Praga.
En una sala de justicia, en Praga.
Lo veo en un documental de la BBC que a partir de
ciertos casos anecdóticos intenta mostrar la idiosincrasia de los
procedimientos legales en distintas regiones de la comunidad europea.
En el caso de Praga se observa parte del juicio a
un hombre obsesionado con hacer guerras de pasteles, como en las comedias
antiguas.
Así, a veces ayudado por alguien más (que no se encuentra
presente en el juicio), el acusado solía atacar a transeúntes que pasaban por
fuera del edificio de departamentos en que vivía, tras colocar un grupo de
pasteles en unos bancos que se encontraban en el lugar.
El juicio, por cierto, se desarrolla en extrema
seriedad, a pesar de que las acciones del acusado no causan lesiones graves en
ninguno de los afectados (o al menos así lo muestra el documental).
Como defensa, por otro lado, el acusado solamente
señala que veía en blanco y negro.
Entonces, el documental muestra unos planos donde
puede apreciarse de mejor forma la apariencia del acusado.
Y claro, parece sacado, justamente, de una película
antigua:
Pelo engominado, unos lentes que parecen accesorios
y un traje totalmente blanco, que no hace sino otorgarle cierta apariencia de
vulnerabilidad, como si en cualquier momento su traje pudiese mancharse o
sufrir algún percance.
Este mismo traje, por lo mismo, hace resaltar la
idea de que es el único personaje que está ahí poniendo algo en juego, o
arriesgando algo.
Finalmente, según se informa en el documental, el
juez termina dejándolo libre y con una pequeña multa.
Esto ocurre en Praga, me digo.
Luego, el documental avanza.
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