“No puedo expresarlo,
pero seguramente tú y todo el mundo
tienen noción de que hay o debe de haber
una existencia de los demás
más allá de nosotros mismos”
E. B.
En la casa de un tío había un acuario.
Y en el acuario, me fijaba, nadaban cuatro peces.
Yo iba de pequeño a su casa y me quedaba en un
sillón, junto al acuario.
Así, me pude dar cuenta que los peces, por lo
general, tenían un mismo recorrido.
Un día, de hecho, dibujé el recorrido en la portada de un periódico que estaba sobre
una mesa.
Había dibujado el acuario y con unos lápices de
colores diferencié, según recuerdo, los cuatro recorridos.
Sin embargo, como no sabía si se trataba de algo normal,
no se lo comuniqué a nadie cuando lo descubrí.
Pasó un tiempo y entonces comenzamos a ir más
seguido donde mi tío, pues su esposa estaba enferma.
Yo llevaba mis cuadernos y hacía tareas en el
sillón, junto al acuario.
Un día que hacía una línea de tiempo comencé a
pensar que quizá podía alterar el recorrido de los peces.
Así, introduje un lápiz en el acuario y revolví un
poco.
Los peces se movieron distinto en un primer
momento, pero luego retomaron su recorrido habitual.
Entonces, no sé bien por qué, me decidí a meter
directamente una mano y tomar los peces y cambiarlos de posición.
Extrañamente no lograba atrapar ningún pez.
Es más, fue en ese momento que llegué a la extraña
conclusión que esos peces, de cierta forma, no existían.
En eso estaba, recuerdo, cuando anunciaron la
muerte de mi tía.
Mi madre dio un grito y me mandaron a buscar a unos
vecinos, porque mi tío había reaccionado mal.
Minutos después, todos se metieron en la pieza y yo
no sabía si terminar o no mi línea de tiempo.
Además los peces no existían, pensaba.
Y claro, quizá hasta las noticias que se anunciaban
en el diario donde dibujé los recorridos. tampoco hayan ocurrido, me
dije.
Esa misma noche hicieron el velorio, en la misma casa de mi tío.
Movieron los muebles para entrar el ataúd y a un vecino se le cayó el
acuario y se quebró en el piso.
Yo ayudé a secar luego que recogieron los vidrios.
Nadie hizo referencia a los peces.
Cuando volvimos a casa mi madre me tomó de la mano.
Todos estábamos en sitios distintos, sentía yo, mientras miraba
nuestras manos.
Entonces, recuerdo, ella me preguntó si había entendido lo que había
pasado en casa de mi tío.
Yo no sabía bien a qué se refería, pero le dije que sí.
Tal vez mi tío intente meter la mano en el ataúd igual que yo en el
acuario, recuerdo que pensé, esa noche.
Recuerdo también que no fui al velorio, al otro día, porque tenía
clases.
Además, debía presentar la línea de tiempo, pues era un trabajo con
nota.
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