Te regalan un perro. Uno pequeño. Un cachorro
juguetón y simpático cuyo nombre no importa en este escrito. El perro es tuyo, por
supuesto, pero la mayoría de la familia está viéndolo. Tú lo muestras
orgullosa, porque es tuyo. De hecho, es la primera cosa viva que te pertenece. Tienes
que aprovecharlo ahora que es cachorro. Es más fácil pensar que es tuyo cuando
es pequeño. Más fácil sentirlo como pertenencia, me refiero. Entonces el perro
comienza a correr en círculos. La típica carrera que hace gracia a todos y que
consiste en perseguir su propia cola. Una tía lo graba en celular y a ti te molesta
un poco, así que buscas bloquear el ángulo. Debe ser algún tipo de celos,
piensas. Nunca antes te habías sentido celosa. Ya ves, eso pasa cuando crees
que una cosa viva te pertenece. En tanto, el perro sigue dando vueltas y hasta
se cae un poco. Se resbala porque está corriendo sobre la cerámica del patio y
es muy lisa. Entonces tu padre se acerca y le acerca la cola al perro hasta su
propio hocico. Lo ayuda a morderse la cola, digamos. Y claro, el perro pequeño
se muerde la cola. Tu perro pequeño, perdón. Y muerde tan fuerte que le duele.
Se nota que le duele. Así y todo la situación es chistosa y por lo mismo la repiten.
Tres o cuatro veces la repiten. Lamentablemente es entonces cuando tú vas a
hacer lo mismo y le acercas su cola al hocico del perro. Pero claro, el perro ya
comprende que es su cola y no la muerde. Ahora quiere jugar a otra cosa. Tú
insistes, sin embargo. Insistes, pero él ya sabe más o menos quién es él. Más
que tú incluso que sigues insistiendo y no te das cuenta que así también te
estás clavando tus propios dientes. De a poco los demás pierden interés en el
perro. Tú insistes que esperen, que va a volver a morderse, que va a ser
chistoso. Ellos te dicen que no importa, que no lo molestes tanto, que lo dejes
correr. No entiendes bien eso de dejarlo correr. No entiendes bien qué es lo
que pasa con las cosas vivas. Tú misma eres una cosa viva. Nunca se entiende
bien qué pasa con esas cosas, pequeña.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Seguidores
Archivo del blog
-
►
2024
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2023
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2022
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2021
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2020
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2019
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2018
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2017
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2016
(366)
- ► septiembre (30)
-
▼
2015
(365)
- ► septiembre (30)
-
▼
junio
(30)
- Acercamientos varios.
- F. se metió a un taller de tap.
- Cómo se poseen las cosas vivas.
- Un acuario.
- Realidad hay una sola.
- Un juicio en Praga.
- Un empleo menor en un diario.
- Teoría de bigote parlante.
- La tía y el tejón.
- Ceniza.
- Para que te sientas importante.
- Similar a la belleza.
- Una especie de políglota / No sé si se entiende.
- ¿Tienen nieve las montañas?
- Los años perro.
- Un ojo de vidrio.
- No creo en las manos limpias.
- Otto Wingarden y su universo freático.
- En la palma de su mano.
- Un billete de $20000
- Y yo aquí, solo entre los choclos.
- Ese que no era yo.
- Muertos que no flotan.
- Algo que decirme.
- Algo así como un pequeño inventario.
- La mesa coja.
- Varios.
- Siete veces.
- Recoger las hojas del árbol.
- Tiene usted un punto ciego.
-
►
2014
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2013
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2012
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2011
(365)
- ► septiembre (30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario