“Y recuerda que la panza de la ballena
está repleta de grandes hombres”
Ch. B.
Alguien golpeó la puerta
y no abrí.
Luego alguien
-quién sabe si el mismo de antes-
volvió a golpear la puerta
y tampoco abrí.
Minutos después alguien
volvió a golpear la puerta
y esta vez abrí.
Entonces,
apenas comencé a abrir
un gran torrente de agua comenzó a entrar
en la habitación.
El impulso del agua me arrojó hacia atrás
y el agua llenó la habitación en que me encontraba
en pocos instantes.
Tragué un poco,
mientras intentaba comprender lo sucedido
y pude comprobar así
que el agua era salada.
Justo entonces
sentí que el agua
-y yo dentro de ella-,
éramos atraídos fuertemente
hasta un lugar que se revelaba oscuro.
Y es que se trataba,
-como me di cuenta después-,
del interior de una ballena.
Ahorraré, por cierto,
detalles descriptivos
y diré que debo haber estado ahí,
alrededor de tres días.
Pasado ese tiempo
hubo grandes movimientos
y todo parecía indicar
-o así lo interpreté yo, al menos-,
que estábamos siendo tragados
por otra ballena
todavía más grande.
Para peor,
la situación volvió a repetirse
aproximadamente luego de tres días
y no parecía tener intención de parar.
Así, de ballena en ballena,
comencé a pensar
que quizá ya antes
esto había ocurrido
y que hasta la propia habitación
había sido alguna vez
la panza de uno
de estos animales.
Convencido de esto,
comencé a buscar objetos
al interior de la ballena,
y entre algunas de las cosas que encontré
estaba la puerta de mi habitación
por la que había entrado el agua.
No sé qué me llevó entonces
a golpear esa puerta.
Lo hice una primera vez,
tranquilamente,
a pesar que esta se encontraba arrancada
tendida en el interior de la ballena.
Luego,
volví a golpear la puerta
y me fijé que el sonido de los golpes
producía una especie de eco.
Finalmente, tras unos minutos,
volví a golpear,
y extrañamente la puerta pareció
comenzar a abrirse.
…
Ya saben lo que sigue
así que mejor lo ahorro.
Todavía tengo sabor a sal
en la boca.
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