“Y le ruego que no intente despertarla,
aunque no podría,
hiciera lo que hiciese. Está profundamente
dormida
y no se da cuenta de nada”.
Y. K.
I.
Es cierto.
Está dormida y no se da cuenta de nada.
Y claro… yo espero junto a ella.
No espero a que despierte, sin embargo.
Yo espero más bien que se dé cuenta.
II.
Hay piedras sobre el mueble, extrañamente
ordenadas.
Y su orden se me escapa y luego de eso el sentido.
Y ella llega entonces como un conjunto de piedras.
Y yo la arrojo piedra a piedra hacia el fondo del río.
III.
Nadie ha visto nunca el fondo del río.
Y es que la gente ha desistido de abrir los ojos
bajo el agua.
Dicen que hacerlo es recibir daño gratuito
y no comprender nada.
Tampoco en el sueño conviene abrir los ojos.
IV.
Es cierto.
Está dormida y no se da cuenta de nada.
Ni siquiera sabe que envejece, mientras duerme.
Y es que el tiempo pasa sobre ella
como si la cubriese un río.
No se trata de otras cosas, finalmente.
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