Hace muchos años trabajé unos cuantos días de
conserje, en un edificio.
Una de las cosas que me ocurrió esa vez, fue que
encontramos un muerto.
Una mujer mayor que vivía en el segundo piso a
quién debimos abrir la puerta, con carabineros y una sobrina.
Yo había visto a la mujer la noche anterior, volver
de unas compras, caminando lento.
Nos saludamos apenas y ella subió a su cuarto, como
de costumbre.
Por eso la sobrina se asustó en la mañana cuando su
tía no habría ni contestaba las llamadas.
Y claro, la sobrina llamó entonces a carabineros y
me pidieron ser testigo de lo que pudiese ocurrir.
Lo primero que recuerdo es que cuando abrimos la
puerta, la bolsa de copras estaba sobre una mesa en la cocina.
Como detalle, no he olvidado que se alcanzaba a ver
una lechuga saliendo de esa bolsa.
Ya en la habitación encontramos muerta a la mujer,
acostada, como si durmiera.
Un carabinero se percató que no tenía pulso, la
sobrina lloró y poco después llamaron a un médico, para que certificara lo
ocurrido.
En lo personal, si soy sincero no recuerdo muy bien
la situación, ni a la muerta en sí.
Solo tengo en la memoria la imagen de la bolsa con
la lechuga y un vaso con agua que estaba sobre el velador, a un costado de la
cama.
De seguro la mujer lo había dejado ahí, esa misma
noche.
Y es que no sé bien qué pasó, pero recuerdo haber
querido beber esa agua.
No lo hice, por supuesto, pero recuerdo que eso es
lo que pensaba.
En el libro de novedades anoté que había muerto la
mujer del 210 y que esperábamos al médico.
Entonces firmé el libro y entregué el turno, mientras
la sobrina y el carabinero esperaban la llegada del doctor.
Cuando tengo sed, hasta el dia de hoy, siempre
recuerdo ese vaso, sobre el velador.
Tal vez debí haberlo bebido, en ese entonces.
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