I.
Desde que se casaron su esposa le cortaba el pelo.
Nos enteramos porque una vez llegó con un pequeño corte, en una oreja, y entonces
nos contó. Al parecer la herida había sido profunda, por lo que tuvo que estar
con un parche durante toda una semana y aguantar las bromas. Por si fuera poco,
resultó que la herida se le infectó y debió internarse durante algunos días
para ser tratado. Finalmente, tuvieron que cortarle un pedazo de oreja, para
frenar la fiebre y evitar la propagación.
-Si la miras rápido no se ve tan fea -le dijimos
para animarlo.
-Esa es la buena -contestó él, mientras nos
mostraba la otra.
La oreja mala estaba cortaba en diagonal, y le
faltaba al menos un tercio de lo que alguna vez había sido.
-Piensa que al menos quedaste escuchando bien -le
dijo un compañero.
Él, sin embargo, ni siquiera contestó.
II.
Lo operaron dos veces luego de aquello.
Cirugías reconstructivas, supuestamente, para
restaurar su oreja.
Lamentablemente, el resultado pareció ser peor, por
lo que pensó incluso cortar la otra, para quedar parejo.
Los doctores que lo vieron, sin embargo, no le
permitieron avanzar con esa idea.
III.
Se separó de su esposa, por lo que averiguamos, en
ese entonces.
No sabemos, en todo caso, cuanto habrá incidido el
corte de la oreja en aquella decisión.
Ahora va a un peluquero que atiende cerca de la
oficina, en el centro de Santiago.
Por lo que vemos, ha comenzado a utilizar un corte
de pelo que le oculta totalmente la herida de la oreja.
Nosotros, sin embargo, por más que la oculte, sabemos
que está ahí.
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