Conozco a un pariente de Tristan Tzara.
Hoy lo conozco.
Trabaja en un banco analizando casos para la
entrega de créditos hipotecarios.
Un amigo en común me lo presenta.
Él es Jacques,
me dice, sobrino nieto de Tristan
Tzara.
Ya, digo
yo.
La emoción aumenta sin embargo cuando hablamos un
poco y Jacques me cuenta que tiene correspondencia del tío Tristán.
No para él, claro, pero está escrita de puño y
letra.
Las cartas son del tiempo en que escribió Hablar solo, a finales de los años
cuarenta.
Según me cuenta el sobrino nieto, ha intentado llevar
las cartas a editoriales, pero no ha querido dejarlas antes de tener cierto
acuerdo económico, cosa que no ha sucedido.
Por lo mismo, quiere hacer un trato para que le
ayude en la corrección de una traducción que él mismo hizo, hace unos años, y
poder presentar el trabajo listo para la publicación.
¿De qué
hablan las cartas?, le pregunto.
Cosas
domésticas, me dice, aunque en
algunas hay frases donde se esbozan opiniones sobre la guerra, la política y
hasta recetas de cocina.
¿Recetas
normales?, pregunté.
Sí, me
contesta, una es de papas con cebollas al
horno.
Ya, digo
yo.
Una hora después, sin embargo, aún no logramos
ponernos de acuerdo y a mí el tipo ya me cae mal.
Tzara era otra cosa, me digo, mientras lo escucho.
Por lo mismo, en un momento que va al baño,
aprovecho de irme del local.
Llego a casa y hago –sin receta, por supuesto-,
papas con cebollas al horno.
Me parece que el plato es muy simpático.
* Si alguien se interesa por apoyar a Jacques con
la traducción esa, búsquelo en un banco rojo del centro. Es un conchesumadre
indiferente, soberbio e interesado en el dinero. Lo reconocerán enseguida.
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