Ordenando cosas, ya de adulto, P. descubre una
foto de su madre, cuando joven, junto a un esquimal.
Es una foto en blanco y negro donde alcanza a verse
el paisaje blanco y un letrero algo borroso, con letras en inglés.
Ambos posan para la cámara, pero solo la madre de
P. sonríe.
P. no cree, sin embargo, completamente que se trate
de un esquimal.
Bien puede ser alguien en una fiesta de disfraces,
o en algún evento extraño, aunque el fondo de la imagen lo hace dudar.
La foto la encontró en una caja, junto a otras más comunes,
donde aparece su madre con su familia o con un grupo de amigas, todas de su juventud.
Días después, mientras tomaban once P. le pregunta a
su madre si alguna vez viajó, de joven, fuera de Chile.
Su madre le dice que no, que solo hace unos años
fue a Argentina, para el matrimonio de J.
-Es que encontré una foto donde apareces de joven –le
dice P.-, junto a alguien que parece esquimal.
-¿Junto a un esquimal? –pregunta la madre.
-Sí –dice P.-, con los ojos un poco rasgados,
pómulos grandes y hasta la ropa de esquimal… tú también ibas muy abrigada.
-¿Estás seguro? –pregunta la madre.
-Claro… dejé la foto en la caja café, en la bodega…
La madre de P. no parece darle mayor importancia y
luego cambian el tema.
Como también se encuentra M., hermana de P., y esta
se va a casar en unos meses, la conversación deriva hacia esos rumbos.
Poco más ocurrió en ese encuentro.
Luego pasó el tiempo.
La hermana de P. se casó, tuvo un hijo y se
divorció a los seis años.
Respecto al esquimal, P. olvidó el asunto y no volvió
a buscar la foto en esa caja.
De todas formas, la foto de su madre en Alaska, ya
no está en ese lugar.
Respecto a la familia, solo puedo decir que los
tres se siguen juntando a tomar once al menos una vez al mes.
En esas ocasiones, por cierto, suelen hablar mayormente
sobre cosas triviales.
No creo que esto cambie en el futuro.
Nadie ha dicho, en todo caso, que esto sea malo.
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