En ese entonces vivíamos cerca de un campo de golf.
Arrendábamos una casa pequeña en una población que no habían logrado erradicar.
Por lo mismo, para separar nuestro espacio del campo de golf, construyeron una
gran muralla. Y claro, como nuestras viviendas eran bajas y el muro lo
suficientemente alto, resultaba fácil olvidar que había ahí un campo de golf,
justo al lado de nuestras casas.
Con todo, de vez en cuando encontrabas en tu patio
una pelota de golf. Junto a una planta. Al lado de unas ropas. O hasta a veces
te rompían un vidrio, sin más. Extrañamente, lejos del enojo u otra sensación similar,
aquello nos parecía casi como una bendición. O como un acontecimiento mágico.
Y no me refiero aquí al dinero que podías obtener de
esas pelotas (si ibas hasta el campo llevando unas cuántas podías venderlas),
sino más bien al hecho casi extraordinarias de verlas aparecer, como si un ave
extraña hubiese dejado un huevo secreto, en nuestras casas.
Sé que puede parecer exagerado, pero realmente es
esa la impresión que hoy tengo al recordarlo. Una sensación de asombro, aunque
seguida siempre por una emoción algo más trágica.
Y es que… ¿has pensado qué se hace con un huevo que
un ave deja en tu casa…?
Lo pregunto pues ese era justamente el aspecto
trágico que se revelaba luego de encontrar esa pelota-huevo.
Y es que lo cierto es que no sabías qué hacer con
el objeto encontrado. Más allá si tenía verdaderamente o no una vida adentro…
Me refiero a que las expectativas iban bajando
pronto. Desde dormir con la pelota de golf bajo la almohada, hasta entender que
solo era un objeto carente de significado. Un objeto que ni siquiera podríamos
usar. Una palabra, digamos, en un idioma desconocido.
No obstante lo anterior, seguí atesorando aquellos objetos.
De hecho, llegué a juntar como veinte pelotas, hasta
antes de dejar aquel lugar.
Podría haberlas vendido, pero lo cierto es que simplemente
hice una hilera con ellas y las dejé en la casa, sobre una alfombra gastada.
Si tenían o no, algo vivo dentro, es un hecho que
hasta el día de hoy, pongo en duda.
Y es que supongo que he cambiado poco, finalmente, desde
entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario