La gente compra de esos nuevos cigarros que no dejan ceniza.
Pero claro, toda esa mierda les debe quedar dentro, pienso yo.
Si hasta te aseguran que no arrojan humo.
Cigarros catalíticos, creo que los llaman.
Hoy son buen negocio, en todo caso.
Puedo afirmarlo pues tengo un amigo que importa esos cigarros.
El otro día tomábamos unas cervezas en su departamento y tenía apiladas
varias cajas.
Ahora contaba con más espacio pues su pareja se había ido.
De hecho, se había llevado sus cosas y no había rastro de ella.
Se había llevado su propia ceniza, digamos.
Entonces fue que mi amigo me explicó de los cigarros.
Hablamos de los beneficios económicos y me explicó su composición química.
En resumen, los cigarros tienen la misma cantidad de nicotina y
sustancias tóxicas que los comunes, pero los residuos visibles al ambiente son menores.
Extrañamente, el hombre que los fuma no es considerado como parte de
ese ambiente.
Tomamos varias cervezas ese día y encargamos una pizza.
Así, mientras comíamos, entre cervezas y pedazos de cartón, concluimos
que el problema son siempre los residuos.
Por lo mismo, él quedó de estar atento a importar comida que no se cague
u otro producto similar.
Cuando me fui del departamento me encargó llevar las botellas y otras
basuras al recipiente grande, del primer piso.
Yo lo hice, por supuesto.
Todo quedó, de esta forma, bajo la alfombra del mundo.
Ahora que lo pienso... igualito que el título, de este texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario