M y F toman un helado.
Mientras lo hacen, ambas conversan de forma
entusiasta, tanto que se escucha desde mi mesa, donde transcribo estas
palabras.
-Tienes que entender –dijo F-, uno siempre está más enamorado que
el otro.
-Puede ser… -aceptó M-, uno más que el otro, pero
ese hueón nunca se enamoró ni un poco…
-Algo debe haberlo estado… -siguió F-, si estuvieron
juntos harto tiempo…
-Porque aceptaba que fuera así, solamente… -dice
M-, no puede ser que esté enamorado y te sean así de infiel…
-¿Así cómo?
-Así, po… con cualquiera…
Justo entonces hacen una pausa y llaman a una chica
para que les traiga más salsa de chocolate.
Luego de un rato, prácticamente vacían la salsa, en
la copa.
-¿Te acuerdas que una vez viajamos a Lima? –preguntó
M.
F hace un ruido que no sé cómo transcribir, pero
que quiere decir sí.
-Esa vez estuvimos en un hotel antiguo… -narraba
M-, si hasta tenía esculturas en el dormitorio… tamaño natural, me refiero… desnudas…
¿sabes lo que hizo ese hueón?
F hace un ruido que no sé cómo transcribir, pero
que quiere decir no.
-El hueón la metió a la cama… -dice M-, a la
estatua de la mujer, por supuesto, mientras yo había ido a una sala de masajes…
-No te creo… -dice F, asombrada.
-Así mismo fue… -dijo M-, y el muy hueón se lo
quiso tomar a broma…
Ambas dejan de hablar del tema otro momento, pues habían
derramado un poco de helado y llamaron para que trajeran servilletas.
-¿Te puedo preguntar algo? –le dice entonces M a F.
F hace un ruido que no sé cómo transcribir, pero
que quiere decir sí.
-¿Nunca hiciste tú de estatua…? –pregunta M,
cambiando el tono.
F se queda entonces en silencio, de improviso,
mientras comprende la pregunta.
Finalmente, ante la mirada insistente de M, F hace
un ruido que no sé cómo transcribir, y que tampoco comprendí qué significaba.
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