Suena el timbre.
Pero no tengo timbre.
Lo que tengo es cansancio.
Agotamiento.
Decepción, a veces.
Aunque claro,
tal vez tenga timbre.
Y es que las cosas son cada vez
más borrosas.
Como Dios, incluso.
Como lo que hubo,
alguna vez,
en el corazón.
Como el sonido ese
que se repite
a cada rato.
Más encima
la cabeza me da vueltas.
Y ahora, además,
parece que una polilla
está golpeando la ventana.
Si consigo abrir los ojos
tal vez piense más claro.
Dejar mi cuerpo acá
y llevar mi cabeza a otro sitio,
como el gato ese.
Alguna vez funcionó,
es cierto,
pero ya he extraviado
demasiadas partes.
Vuelve a sonar el timbre.
Parece también
que gritan un nombre.
No recuerdo tener nombre.
Aunque claro…
tampoco recuerdo tener timbre.
Si consigo moverme podría ir a ver
y aclararme.
Si consigo a Dios
o una creencia cualquiera.
Si consigo reunirme,
como el gato ese.
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