Voy caminando por la calle, de madrugada, cuando se
me acerca un hombre.
-No estoy borracho –me dijo.
Vestía formalmente aunque su ropa estaba bastante
gastada y su aspecto parecía ser justamente el de alguien alcoholizado.
-No estoy borracho –volvió a decir.
Yo lo miré y tras encontrarlo inofensivo me atreví
a responder.
-Yo tampoco lo estoy –dije.
Avanzamos juntos unos pasos.
-Cuando estoy borracho veo que el mundo está hecho
por encima… –comentó-, pero ahora no estoy borracho.
-¿Qué quiere decir que el mundo esté hecho por
encima? –pregunté.
Él me miró, pero no respondió.
Caminamos un poco más.
-A veces es bueno estar borracho –siguió-. Uno es menos
ignorante estando borracho…
Yo no quise decir nada, para que él siguiera
hablando.
-Y es que sobrio –agregó-, uno ve que las cosas
andan bien… y hasta el mundo parece de una sola pieza… Pero claro, es borracho cuando uno puede ver lo otro…
-¿Eso de que está
hecho por encima? –me atreví a preguntar.
-Sí –me contestó-, como que se levanta la
superficie y uno ve las cosas bajo la alfombra…
-¿Qué cosas?
-Los muertos, los globos con forma de corazón, los
niños pequeños…
-¿Niños pequeños…? –pregunté.
El hombre volvió a obviar mi pregunta.
-No estoy borracho –se limitó a decir.
Caminamos un poco más y entonces el hombre cruzó de
improviso la calle y fue a hablar con alguien que iba por la otra vereda.
No alcancé a escuchar qué le decía, pero estoy
seguro que debe haber sido algo similar a lo que me dijo a mí.
Me quedé observándolo.
Poco después pasó un taxi y lo hice parar.
Volví a casa.
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