I.
-¿Escuchaste el timbre?
-¿Qué timbre?
-El que sonó… Alguien llamaba…
-Yo no escuché nada… Tal vez no sonó…
-Yo lo oí sonar… claro que sonó…
-Pues eso no quiere decir nada.
-¿A qué te refieres?
-Tú aseguras que sonó porque lo escuchaste… pero yo te digo que no lo
escuché…
-¿Y?
-¿No se entiende?
-No.
-Pues las posibilidades son las mismas.
-Mmm…
-Tampoco escuché eso.
II.
-De nuevo.
-¿Cómo?
-El timbre… de nuevo sonó…
-…
-Mira, quédate en silencio, para que lo escuches…
-Eh… puede ser… ahí parece que escuché algo…
-Pues ya ves: alguien lo está tocando…
-Yo solo escuché el timbre.
-¿Qué…? Ahora vas a decir que…
-Exacto. No puedo afirmar que alguien lo tocó, aunque lo sospeche…
-¿Y acaso crees que puede tocarse solo?
-Yo puedo.
-Tú no eres un timbre.
-¿Estás seguro?
-¿Qué…?
-Cierra los ojos. Escucha:
-…
-¡Riiiiiinggggg…!
III.
-¿Fumaste, cierto…?
-¿Cuándo?
-Ahora.
-Ahora me estás viendo: no fumo.
-Me refiero hace poco… antes que sonara el timbre, por ejemplo…
-Puede ser… ya te dije que no percibí bien si sonó o no…
-¿Por qué no lo admites y ya…? ¿No es más fácil?
-De acuerdo. Está bien.
-¿Está bien?
-Sí. Está bien.
-¿Y?
-Sonó el timbre.
-¿Ahora?
-No. Me refiero a que admito que sonó el timbre.
-…
-¿No es lo que querías?
-No… Yo…
-¡Shhh…! Escucha… Parece que sonó el timbre…
-…
-Igual escuchémoslo tres veces, para asegurarnos…
-Esto no funciona.
-Shhhh… parece que ahí sonó de nuevo.
-…
-…
-¿Y?
-¿Y qué?
-¿Vamos a ver?
-Tres veces.
-¿Qué…?
-Todavía falta una… esperemos un poco.
-De acuerdo... Esperemos.
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