No le contesté, es cierto.
Pero no lo hice por algo personal o por un desdén
dirigido.
No le contesté simplemente porque llamó en un
momento inoportuno.
Llamó cuando estaba viendo esa serie que está de
moda ahora y que ya se acerca a sus últimos capítulos.
Sí, esa misma: Mundo Mimo.
Si la conocen sabrán que al ser muda hay que observarla
con atención.
De hecho, he vuelto a ver casi todos sus capítulos
para terminar de apreciarlos correctamente.
El punto es que llamó cuando la estaba viendo y
decidí no contestar.
Incluso, intenté ignorar el sonido de la llamada e
incluirla, de cierta forma, en el mundo de la serie.
Funcionó bien hasta la tercera llamada, que fue
cuando apagué al teléfono.
Volví entonces a sumergirme en la serie, que estaba
en su mejor parte.
Esa cuando Marcel, el padre de Jaques, intenta disculparse
dando a entender que lo sentía, pero que no sabía ser de otra manera.
¡Cuánta emoción en esos gestos…!
Lloraba casi con cada movimiento cuando escuché que
golpeaban la puerta.
Fuertemente la golpeaban.
Sentí gritos incluso, desde el otro lado, que
vinieron a contaminar el perfecto silencio de la serie.
¡Sé que estás ahí…! Me gritaban burdamente,
desde el otro lado de la puerta.
El cinismo es lo más cercano a la honestidad…,
comunicaba en tanto Jacques, a través de gestos limpios.
Y sí… es cierto, puedo reconocer que no contesté ni
abrí la puerta a pesar de la insistencia.
¡Pero es que estaba viendo Mundo Mimo…!
Si quieren comprender les sugiero que la vean.
Si no, no vale la pena extenderme, pues el juicio
ya está hecho.
De hecho, si no la vieron, no me explico cómo mierda, han
llegado hasta acá.
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