Ellos estaban ahí
en un mismo espacio
haciendo distintas cosas
mientras hablaban sobre la hora
en que debían acostarse los niños.
Él lavaba unos platos
y ella guardaba unas cosas
que los niños habían dejado dispersas
en el comedor.
Era una conversación normal,
aunque no llegaban a acuerdo
pues ambos manejaban informaciones distintas
sobre las horas al día que los niños
necesitaban dormir.
Tras terminar lo que estaban haciendo
buscaron con Google
y encontraron también
información contradictoria.
Por lo mismo terminaron por buscar un rango medio
entre las distintas propuestas.
Tras establecer el acuerdo,
quedaron de informarles a los niños
a primera hora
y ser muy estrictos al plantearlo
para que aquello
no se prestase a discusión.
Él entonces revisó las ventanas
conectó la alarma
y miró hacia el sector donde el auto
se encontraba estacionado,
como hacía cada noche.
Ella, en tanto, estaba en el baño,
lavándose los dientes
y cepillándose el pelo,
como hacía siempre
antes de ir a acostarse.
Siguieron así con los últimos rituales
(él prefería ducharse en la noche,
ella en la mañana),
y por una casualidad,
ambos volvieron a encontrarse en la cocina
con los pijamas puestos.
Él había entrado a buscar su celular
y ella recordó que debía dejar un trozo de carne
fuera del freezer.
Como terminaron al mismo tiempo
fueron juntos hasta el dormitorio,
y recordaron el horario en que,
desde mañana,
debían acostarse los niños.
Segundos después,
se metieron en la habitación
y cerraron la puerta.
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