"Bienaventurados los mansos..."
El perro de Josefa está muy bien amaestrado.
Sabe saludar, hacerse el muerto, y hasta resuelve
ejercicios matemáticos cuyo resultad sea cero.
Ella misma lo amaestró y le enseñó todo lo que
sabe.
Y es que desde que era un cachorro, ella le enseñó
durante al menos, una hora diaria.
Por esto, orgullosa, Josefa va hasta un programa de
talento animal.
Y claro, presenta a su perro ante el jurado.
Tras sesenta segundos la eliminan por dos votos
contra uno.
Respecto al concurso, lo gana esa semana un par de peces
que aprendieron a vivir fuera del agua.
Josefa reclama y se enoja, pero no tiene opción de
queja.
Complementariamente, investigando, descubre que lo
de los peces es totalmente serio.
Nada de fraude ni de arreglo, me refiero.
Y es que eso, al menos, Josefa ha tenido que
aceptarlo.
Su perro, en tanto, ha estado extraño desde su presentación
en tv.
No come ni bebe y se ha comenzado a morder una de
sus patas delanteras.
En este sentido, como Josefa no lo ha reprendido a
tiempo, tal vez ahora piensa que es una acción que podría considerarse,
positiva.
De hecho, cuando Josefa se percata, ella misma
piensa que –quitando heridas, sangre y magulladuras, por supuesto-, puede
tratarse de un talento nuevo, que bien podría valerle una nueva oportunidad en
el programa de talentos.
Bien por ellos.
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