Ese perro de allá me ignora.
Yo le tenía miedo, y hasta me cuidaba de él, pero me ignora.
Cruzaba la calle cuando lo veía.
Caminaba intentado mostrarme más seguro.
Tantos trabajos y reservas y resulta que él me ignora.
Ni siquiera se voltea para verme.
No le intereso en lo más mínimo.
Y claro… pueden encontrarlo absurdo, pero lo cierto es que es una
situación molesta.
Y es que les ladra a los niños, a los jóvenes y hasta a los viejos.
Persigue a los gatos, a los carteros y a la camioneta del gas.
Incluso ha arrebatado la bolsa de compra a un par de transeúntes.
Pero claro, resulta que a mí me ignora.
No sé con qué motivo, pero puedo asegurarles que lo hace.
De hecho, lo intenté poner a prueba y no hubo caso.
Así, me fui acercando poco a poco, pero no provoqué reacción alguna.
Compré chuletas y pasé por su lado.
Me pasee incluso con un gato en brazos, y ni siquiera se dignó a
mirarme.
Dicho esto, solo me queda reiterarlo: no me parece, en definitiva, algo
justo.
¿Le molesta mi andar?
¿Le incomoda que a veces vaya con un libro?
Pues bien, espero que el tiempo pueda aclarar las cosas, me digo.
Y hasta le ladro, mientras tanto, para ver si se anima.
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