Desde pequeño guardé todo aquel elemento donde se
me señalaba que no había sido el ganador de algún concurso o promoción, y que
debía, por lo tanto, seguir participando.
No era una colección muy ordenada, pero lo cierto
es que había logrado guardar cientos de ejemplos de aquella frase impresos en un
número también amplio de formatos.
Tapitas de bebida, boletos antiguos de locomoción, palitos
de helado, tapas de yogurt, etiquetas que debían mojarse en agua tibia, cajas
de pastas de dientes y hasta una serie de cupones que debían ser raspados.
Todos y cada uno con la frase emblemática: Siga
participando.
Y claro, más allá que uno apele a otros motivos, el
siga participando hoy se nos revela como algo imperativo, tanto así que hasta
dejo abierta la opción de haber caído en esa red de volver una y otra vez obtener
algún “premio”, sin siquiera fijarnos en el verdadero costo asociado.
Por lo anterior, no fue extraño hoy intervenir de
cierta forma aquella colección, escribiéndole un no antes de la frase
reiterada: No siga participando, y
montando en el patio de la casa una mini exposición de escaso éxito, que no
dejaba sin embargo de ser llamativa.
Tanto fue así que una de las espectadoras –una vecina
que fue a devolver unos cables-, recordó un concurso que había visto en
internet y participó a través de unas fotos donde mostraba la improvisada
muestra.
Respecto a los resultados de ese concurso,
(considerando la evidente contradicción que genera la participación), no queda
sino esperar en silencio a que estos sean publicados.
Apenas esto suceda, por cierto, me acercaré a
terminar de mejor forma este texto, que hoy al menos, queda detenido en la
presente expresión, a la espera de próximas novedades.
Saludos cordiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario