No me sé bien la historia, pero es más o menos como
sigue.
Llega una partida de figuras de yeso hasta una
tienda en Iquique.
Da lo mismo cuándo.
Son imágenes de santos.
Imágenes totalmente blancas, muy sencillas.
Una colección de doce santos en figuras de
aproximadamente veinte centímetros.
Entonces, la hilera de santos es puesta en vitrina
y permanecen ahí por semanas.
Un amigo que vive allá me mandó una foto de ellos
para ver si reconocía los nombres.
Él había podido identificar a seis.
Yo, en cambio, reconocí a cinco y al final fallé en
dos.
A pesar de aquello, la consulta sirvió para que él
se fijara en ciertos compradores jóvenes que solo llevaban a San Sebastián.
Y claro, como no parecían muy devotos, fue comprendiendo,
poco a poco, el verdadero negocio.
Dos meses después –cuando ya no quedaban
Sebastianes-, llegó la policía e incautó los otros santos.
En total, pusieron en el piso 483 figuras y las
fotografiaron.
Lamentablemente, en el caso de esas figuras, solo
resultaron ser santos de yeso.
Con el tiempo, se supo que el dato había sido dado por
un adicto resentido que había intentado aspirar a San Esteban.
Por lo que se comenta, el denunciante habría sido baleado
poco después en una botillería de Alto Hospicio.
Y claro, como el hombre se salvó y la noticia se
divulgó lo suficiente, ahora resulta que San Esteban es la figura más vendida
en la ciudad
San Sebastián, en tanto, sigue llegando y
desapareciendo, sin que existan cifras oficiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario